Esta he sido yo [1]

Me senté como todos los días en la parada, pero esta vez había algo diferente. Estaba pensando en mí. Generalmente mi mente vaga inconcientemente pensando en otras personas, cantando alguna canción o leyendo. Pienso en cualquier cosa menos en mí.

Pensaba en mí. Después de haber llorado tanto el viernes. Después de haber destapado solo un poquito la caja fuerte que contiene mi pasado, mis secretos. Ayer pensé en mí. Todo un fin de semana de paz, de limpieza profunda en mi habitación y de haberme pasado un domingo espectacular con mi familia en nuestro lugar favorito. Ayer pensé en mí.
Lo había estado evitando desde hace mucho tiempo, evitaba pensar ya que no quería agudizar mi dolor. Me entretenía en otras cosas. Me volví adicta a mi mp4, no podía despegarme del Facebook, después de ver la película dos veces me leí el libro “Crepúsculo” y me sumergí en la historia de amor de Edward y Bella [así como tantas mujeres alrededor del mundo]. Acabe el libro en dos semanas más o menos y enseguida comencé “Luna Nueva” la segunda parte de esa historia. No he hecho más nada en este último mes que evitar pensar en mí.

Había aprendido a pensar en 20 mil cosas, a hacer las cosas automáticamente, sin pensarlas, sin analizarme. Sin escuchar mi voz interna, hasta me cuestioné sobre esa dichosa voz que nunca más volví a escuchar. Llegué a un punto en el que tampoco ni esa voz, la de mis sueños, me calmaba, ni me llevaba a volar, ni me hacia nada. Ya no me latía el corazón con fuerza cuando lo escuchaba cantar o hablar, mucho menos cuando lo veía. NADA. Me dio miedo. Me asusté, yo misma me convertí en mi propio monstruo, en mi propia pesadilla.
Ya nada me hacia reír. Y aunque me reía, lo hacia solo por hacerlo. Me volví infeliz. Insatisfecha. No quería admitir que me volví vacía. Una persona aislada del mundo. Que vivía en su propio mundo. En su propio infierno. Me cerré completamente a todo. A las amistades, a las supuestas “amistades” que tenia. Hablaba por hablar. Sin sentido. Tenía gente a mí alrededor pero estaba sola. Entendí por fin la canción de Avril Lavigne “Im with you”. Y lloraba más de lo normal cuando escuchaba “Estar Seguro”. Me aferre a la música de otros, no a la música perfecta de mis sueños. Esa que crecí escuchando. Esa a la que me volví adicta. Entonces volví rutina en mi escuchar la canción de la que fui inspiración “Yo te Encontré” pero nunca encontré yo la luz en mi oscuridad. Me estremecía cuando la escuchaba, la cantaba, la vivía, como si de alguna manera yo tuviera a mi mejor amigo cerca de mí aunque ahora estuviera en Palma de Mallorca, abrazándome y secándome las lagrimas. En fin, esa he sido yo este último mes. Y no he cambiado mucho. Solo que hoy lo admito.

Creo que nunca había sufrido como he sufrido [o estoy sufriendo, realmente no se lo que siento. O más bien, tal vez ya no siento nada] recuerdo haber llorado vagamente en el pasado pero siempre se me pasaban rápido esas tristezas y encontraba refugio en mil cosas. El teléfono, el celular, mis supuestas amistades, la tarea de la uni, el Internet, su música, su voz, mi familia, las películas, mi libreta y mi lápiz. Mi vida. Y rápidamente seguía viviendo. Buscando y encontrando razones para seguir ya que no tenía ninguna razón para estar triste. Nunca me había pasado esto. Tal vez es ahora que se me caen los palitos y admito mis errores. Tal vez es hoy que me arrepiento de las cosas que hice, de las que no hice. Tal vez es hoy que sufro lo que me hicieron. Tal vez es hoy. Hoy, hoy es el día en el que no quiero esto.

Continuará…