Salimos de la disco, que me parecía horrenda, después de haber discutido por esos celos sin razón. Solo porque bailé con un amigo, con el cuál sostuve una corta relación que no se puede decir que fue de novios, ni de pareja ya que no lo sentí así.
-Es estúpido que me celes por haber bailado con él, es solo mi amigo. Cuando bailas con tus amigas yo no me enojo ni nada ya que confío en ti- le dije gritándole. Estaba tan enojada como él, nunca he sabido quedarme callada.
-No quiero que esto vuelva a suceder, yo no confío en ese tipo.- Después de una larga pausa, y un suspiro me dijo -No quiero que lo veas más, ni llamadas ni nada, NADA!.
Pero que se estaría volviendo loco? Mi chico, que siempre pensé que era el perfecto, encajábamos a la perfección, me estaba diciendo estupideces.
-Ni muerta, estás loco? No te permito que elijas a mis amistades. Eso nunca. - Le dije con lágrimas en los ojos del enojo que tenía [típico en mi, lloro por todo].
Y como siempre en nuestras discusiones cuando comienzo a llorar el ya no dice nada más. Ni me miraba, ni me decía nada. Me sentía mal por todo.
Creí que me llevaría a mi casa después de tremenda discusión, pero no, me sorprendió, fuimos a su departamento. Yo no le reclamé nada más, seguía con un nudo en la garganta y con los ojos húmedos.
Lo seguí hasta el primer peldaño de la escalera que da para ir a su cuarto, ahí se detuvo y yo también.
Cuando levante la vista, lo sorprendí mirando a los ojos. Me quede sin respiración, porque vi como en sus ojos se iba transformando la rabia que sentía por morbo. Sentí que me estaba desnudando con la vista. Me pego contra la pared y ahí, justo en el primer peldaño me beso. Un beso que se convirtió en versos al aire; palabras del silencio, silencio que se convirtió en cómplice de como sus fuertes manos me apretaban la cintura, deslizándose hasta mi cadera.
Hasta que de pronto sentí que se desespero y puso mis muslos alrededor de su cintura. Una voz dentro de mi me dijo que había ganado la pelea pero aun yo estaba enojada. Seguía besándome sin parar, seguía acariciándome la espalda. Y suavemente me quito la franela y yo no me quejé de eso.
Lo acaricié sin temor por toda su espalda. Me sentía libre, sin miedos. Subió las escaleras conmigo, despacio se sentó en la cama. Yo de frente a el, loca de pasión. Me dí cuenta que me había quitado el sostén y me detuve.
Lo miré fijamente y me sonrío [amaba esa sonrisa]. Tenía los ojos llenos de picardía y lujuria y no dejaba de mirarme. Estaba semi-desnuda, enojada y excitada... No le dije nada. Le seguí el juego. Me rendiContinuará